Eslovenia y Austria se ponen de acuerdo en título y aspiraciones para esta edición
Eslovenia: Ana Soklič con Amen
Eslovenia este año llega a Eurovisión con una balada que pretende ser épica y que se queda a medio gas. Ana Soklič tiene un registro vocal muy amplio y el problema es que esta composición no le saca todo el brillo que tiene. Curiosamente, Amen es una de esas canciones en las que te llega más la estrofa que el estribillo, y eso generalmente no es positivo. Una estrofa más grave -con un control vocal importante- conduce tras una pequeña pausa a un estribillo demasiado visto y poco original. En él, la voz de Soklič rompe hacia arriba alcanzando notas muy altas que, lejos de impresionar, pueden incluso desentonar. Esa pequeña pausa genera una expectación de que algo grande está por llegar y se queda en un estribillo muy común al que le falta mucha frescura. Aún así, veremos si Eslovenia es capaz de alcanzar la final.
Austria: Vincent Bueno con Amen
Y con el mismo título, Vincent Bueno presenta un medio tiempo que compositivamente y armónicamente tiene algo más. Amen comienza con una estrofa en la que la voz de Bueno es sublime, controlando perfectamente un tono grave que nos acaricia para llevarnos a un estribillo más arriba pero no tan estridente como el de Eslovenia. Eso sí, en el momento que la canción crece y vuelve el estribillo más instrumentado, se echa en falta algún alarde de voz más espectacular -un giro o alargue de nota- y, sobre todo, un cierre mucho más potente. A pesar de ello, estamos ante otro corte un tanto lineal, nada sorprendente y que también luchará por meterse en la final. La ausencia de un estribillo potente y la inmovilidad compositiva de la canción son los grandes déficits que no permitirán a Austria optar a mayores ambiciones.