Los artificios sin brillo de Reino Unido y el amor propio de Rumanía
Reino Unido: James Newman con Embers
James Newman es el representante británico para esta edición del Festival de la Canción. Embers es el corte elegido, un tema comercial con un Newman muy correcto en lo vocal, sin grandes alardes a priori. Uno de los puntos débiles de la propuesta británica es que el momento álgido de la canción es puramente instrumental y pregrabado. Es cierto que Alexander Rybak y su violín ganaron Eurovisión con una aplastante diferencia en su edición, pero el violín es su instrumento y aunque en el concurso los instrumentos sean pregrabados, la canción está concebida con su violín, una prolongación del artista noruego. Con Reino Unido, además, sucede una cosa importante, y es que a pesar de ser uno de los principales exportadores musicales a nivel mundial, en el Festival nunca sorprende y siempre muestra su lado más conformista. La delegación británica no termina de interesarse en este formato, lamentablemente.
Rumanía: Roxen con Amnesia
Rumanía trae este año un canto al amor propio, que de la mano de Roxen ha decidido ponerse las pilas y en modo competitivo con una Amnesia que merece un puesto en la final. La voz de la artista rumana es impecable durante todo el tema, con un importante mensaje para la sociedad y con un videoclip muy interesante. Aún así, el estribillo se queda en lo conformista pudiendo ser mucho más explosivo. Además, en el puente que lleva al último estribillo parece que rítmicamente va a trasladarnos a otro lugar para, finalmente, mantenerse. A ese cierre le habría quedado increíblemente bien una marcha más que se presupone justo antes del último estribillo. Sin embargo, Roxen dará muchísima guerra -tiene carisma, poder-, y veremos cómo representa este videoclip en vivo en Róterdam.